Lo alegre, valioso y sencillo que es “Sentirse Rico”
Se habla en la Medicina del Alma que solo hay dos estados o actitudes frente a la vida que se pudieran considerar como enfermedades: la sordera espiritual y la tacañería espiritual. Es cierto que estamos aquí para sentir, escuchar y tomar acción o dar de forma generosa, como da quien se siente rico. Para ilustrar el poder y la profundidad que se relaciona con este tipo de dar, les ofrezco la siguiente parábola.
Había una vez una mujer sabia viajando por las montañas. En un riachuelo se encontró una piedra preciosa. Al día siguiente se encontró con otro viajero y, como él tenía hambre, la mujer sabia abrió su bolsa para compartir algo de comer. El viajero hambriento vio la piedra preciosa y le pidió que se la regalara. Ella asintió y se la dio sin la más mínima duda o consideración. El viajero siguió su camino celebrando su buena fortuna. El sabía que el valor de la piedra preciosa le daría suficiente dinero para asegurar su vida. Pero unos días después él volvió buscando a la mujer sabia y, cuando la encontró, le devolvió la piedra.
“He estado pensando,” dijo el hombre, “se lo valiosa que es la piedra, pero te la devuelvo con el deseo que me puedas dar algo aún más precioso. Deseo que me des lo que tienes dentro que te permitió regalármela”.
Hay algunos, quizás muchos que piensan que la vida es sufrimiento e incluso que el mundo es un infierno. Me he acordado que los antiguos egipcios creían que al morir los dioses les harían dos preguntas: la primera, si habían compartido alegría, si le habían aportado alegría a los demás y, la segunda, si habían encontrado alegría ellos mismos.
La alegría es un tesoro que llevas dentro y algo que aumenta en preciosidad cuando se comparte. Es a este compartir tesoros, a lo que me refiero cuando te animo a “divertir al prójimo.”
El miedo, cuando nos resistimos, cuando nos apegamos a él y nos identificamos con ese nivel bruto de energía creativa, nos hace pobres y hambrientos.
Para dar hay que organizarse tanto por dentro como por fuera. La organización interior es más un proceso de alimentación que otra cosa y para eso están los alimentos del alma. Estos se encuentran en el libro de la Medicina del Alma y te permiten conectar con tus posibilidades, basadas en riqueza a todos los niveles. No se trata de ser optimista o pesimista cuando se puede vivir como un ser creativo o, si prefieres, como un artista o hasta como un “posibilista”.
Alimentarte interiormente es lo que te permite elevar tu energía a una cima de percepción, de visión. A la vez que te aporta el poder de actuar con libertad, de poder comprometerte con una nueva posibilidad de aportar a los demás. Esa visión, que uno ve como algo ya existente, realmente ya lo es. Tú puedes saber que lo es, si te permites sentirlo y vivirlo.
Para lograrlo ayuda mucho lo que se llama el diálogo de ensueño consciente. Todos solemos mantener un diálogo interior que no siempre es ni cómodo ni beneficioso y que muchas veces es hasta frustrante. Está claro que eso viene de tu parte más inconsciente. El diálogo de ensueño consciente es hablar de un hecho en tiempo pasado y, a través de preguntas de aclaración, ir entrando más y más en la realidad de los sentimientos relacionados con esa visión como si fuese un hecho real para uno. Esto es aplicable a cualquier visión que sea más o menos material. Aunque esto pueda parecer más divertido hacerlo con otra persona o en grupo, también funciona bien haciéndolo contigo mismo, haciendo tanto de comentarista como del analista que pregunta para ir más allá. Este proceso interior, esa vivencia dentro de tu parte invisible que te permite vivir un poco tus aspectos duales, también te sirve como imán para atraer la manifestación de tu visión al nivel visible.
Sobre todo, esto te permite realmente sentirte rico. El sentir y el saber verdadero suelen ir juntos.
Hay muchos que dicen que se sienten ricos, pero suele ser más un pensar que un sentir profundo. Digo eso porque el que se siente rico profundamente siempre tiene la libertad de acción y de movimiento físico de una manera o otra. Cuando alguien dice “me siento rico espiritualmente”, me suele sonar al cuento del zorro y las uvas, donde el zorro no puede alcanzar las uvas y dice que le daba igual porque estaban agrias. Rico no tiene que indicar una acumulación de bienes materiales. No digo eso. Lo que digo es que uno es rico cuando se siente libre para mover el cuerpo adonde quiere y en la manera que quiere y comprometerse a ello. Esto es necesario para apoyar cualquier visión. Si alguien que se siente realmente rico desea manifestar cualquier visión que aporte al mundo, pero se limita al apuntarse por las razones que sean, lo que se siente realmente es limitado y solo.
El que se siente rico también se siente unido con la vida y con sus posibilidades. El o ella saben que sólo hay que aclarar la visión (diálogo de ensueño consciente), decir que sí con todo el corazón (escoger y comprometerse) y tomar la acción más apropiada en el momento para encaminar el proceso (puede ser algo simple y sencillo, y en general, suele serlo). Recuerda que toda visión es a la vez una metáfora del proceso de vivir al cual te has apuntado. La vida es una aventura, un proceso y no un final. El final por fin es la posibilidad de celebrar el dar, el desapego y el hecho que uno tiene hasta más libertad y riqueza que antes, ya que ahora te mueves a otro nivel.
El que se siente libre también está libre para cambiar de mundos y de vida.
Sentir es como el opuesto de “retienes”, que se escribe con la mismas letras, pero que requiere el doble de energía o de esfuerzo. Está claro que expresarte, dar, es más fácil, cómodo y agradable que retener. Retener no solo indica aguantar sino también el re-tener o tener dos veces, lo que te corresponde y lo que te toca darle al otro.
Sentir incluye las palabras “en ti” que es donde se encuentra esa posibilidad, ese poder sentir, esa alegría que fortalece los alimentos del alma. Todas estas posibilidades se te desvelan en tu silencio. Hacerse amigo del silencio es tener un amigo realmente alegre. La alegría es el tejido del universo y abunda y crece con el dar. Dale tu atención a tu propio silencio y te alegrarás. El pobre no es alegre y el alegre nunca es pobre del todo.
No me extraña que sea sobre esa alegría por la que pregunten los dioses.
Eric Rolf ©
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